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05/08/2010 / fiestaenlamadriguera

«La principal preocupación del autor ha sido no caer en el moralismo al que un tema como el narcotráfico puede empujarte», dice Gabriela Wiener en El País con respecto a Fiesta en la madriguera

Fiesta en la madriguera (Anagrama, 2010) es el monólogo de Tochtli, el pequeño hijo de un narcotraficante aislado del mundo en una especie de palacete en el que pasa sus días aburrido aprendiendo palabras raras del diccionario, leyendo libros sobre la revolución francesa, coleccionando sombreros y soñando con el día en que su padre, un capo de la mafia, le regale un hipopótamo enano de Liberia. Ese animal en extinción se volverá fetiche del curioso narrador, leit motiv de la novela a lo largo de sus 104 escasas páginas y símbolo de los niveles de vacuidad y absurdo a los que pueden llegar los caprichos del poder. Para Tochtli, los asesinos de todo pelaje, las prostitutas de lujo, los políticos corruptos y narcos en general que visitan su palacio, esconden armas, decapitan gente, amontonan cadáveres, negocian candidaturas y venden drogas. Son ni más ni menos que entrañables personajes de ese sórdido cuento de hadas que es su propia vida. Con el tiempo, Tochtli se dará cuenta de que todo lo que lo rodea es “nefasto” o “patético” (sus palabras favoritas del diccionario)’.

Gabriela Wiener presenta Fiesta en la madriguera con estas palabras en su comentario «La nefasta vida de un narconiño», publicado en el blog POP etc. del diario El País.

Tras referirse a ‘esta especie de boom de la llamada narcoliteratura’, Gabriela destaca la perspectiva desde la cual Juan Pablo Villalobos aborda el tema del narcotráfico en Fiesta en la madriguera y cita las palabras del autor mismo con respecto a la voz del protagonista de su primera novela:

‘Esa voz me liberaba de emitir juicios morales y de caer en la búsqueda de soluciones al problema del narco, lo que nunca me interesó. Y porque me permitía decir toda clase de tonterías absurdas con impunidad absoluta’.

Gabriela también plantea una interesante reflexión con respecto a todas las manifestaciones culturales que se han generado alrededor del fenómeno del tráfico de drogas cuando dice que ‘lo narco está de moda’:

‘No solo es una industria que tiene, literalmente, en jaque a países como México –y no olvidemos que España se disputa con EE UU el primer lugar como país consumidor– sino que ha generado toda una subcultura que tiene en los llamados narcocorridos su expresión más popular, pero que abarca muchas otras disciplinas. La “estética” narco –entre el kitsch y la exaltación de la violencia– se impone. En las series de televisión –¿alguien se dio cuenta de verdad de qué iba Sin tetas no hay paraíso– y, por supuesto, la literatura, que está plagada de traficantes todopoderosos, mujeres que son monumentos de la cirugía estética y ese lujo chillón de nuevos ricos que solo pueden gastarse sus millones encerrados en sus respectivas haciendas. Los americanos tienen Los Soprano y los hispanos tenemos a Los Tigres del Norte‘.

De este comentario llama particularmente la atención la forma como Gabriela pone en contexto la novela al evocar algunos de los elementos que componen su universo simbólico.

Desde la madriguera le enviamos nuestro agradecimiento a Gabriela por compartir su lectura de Fiesta en la madriguera y por ofrecerle al lector de su comentario algunas claves para leerla.

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